miércoles, 21 de mayo de 2008

intimidad

(de Hanif Kureishi)


La gente no quiere que disfrutes demasiado, creen que es malo para ti. Podrías empezar a desearlo a todas horas. ¡Qué perturbador es el deseo! Es un demonio que nunca duerme ni se esta quieto. El deseo es travieso y no se pliega a nuestros ideales, y por eso tenemos tanta necesidad de ellos. El deseo se mofa de todos los esfuerzos humanos y los hace dignos de consideración.

El deseo es el anarquista primigenio y el primer agente secreto; no es sorprendente que la gente quiera verlo arrestado y a buen recaudo. Y justo cuando creemos que lo tenemos bajo control nos defrauda o nos llena de esperanza.

El deseo me hace reír porque nos convierte a todos en idiotas. De todas formas más vale ser idiota que fascista.

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