jueves, 15 de enero de 2009

Los bombarderos

de Anne Sexton


Nosotros somos América.

Somos los que rellenan los ataúdes.

Somos los tenderos de la muerte.

Los envolvemos como si fuesen coliflores

La bomba se abre como una caja de zapatos.

¿Y el niño?

El niño decididamente no bosteza.

¿Y la mujer?

La mujer lava su corazón.

Se lo han arrancado

y se lo han quemado

y como último acto

lo enjuaga en el río.

Este es el mercado de la muerte.

¿Dónde están tus méritos,

América?



Reparto de tareas

uno solo no se puede, más Rich


Las revoluciones dan vueltas, pactan, hacen declaraciones:
una revista nueva aparece, viejos nombres en su cabecera,
una revista antigua abrillanta su obra
con deconstrucciones de la prosa de Malcolm X
Las mujeres en las filas traseras de la política
todavía lamen hilo para pasarlo por el ojo
de la aguja, truecan huesos por plástico, rajan vainas
para venderlas como collares en los cruceros
hacen inmaculados vestidos de Primera Comunión
con planchas y vacilante agua caliente
todavía ajustan los microscópicos hilos dorados
en los chips de silicio
todavía dan clase, vigilan a los niños
esparecidos en las callejuelas de fuego cruzado, los barrancos de
repentinas inundaciones
los repentinos incendios de queroseno
-mujeres cuyo trabajo reconstruye el mundo
todas y cada una de la mañanas
He visto a una mujer sentada
entre la estufa y las estrellas
sus dedos chamuscados de apagar las velas
de la pura teoría Indice y pulgar: los dos quemados:
he sentido esa cera sagrada levantarme ampollas en la mano

1988

Versión de María Soledad Sánchez Gómez

Arden papeles en vez de niños

vuelvo al ruedo, otra vez la genia de Adrienne Rich



Estaba en peligro de verbalizar mis impulsos éticos hasta hacerlos desaparecer.
°1-Daniel Berrigan, en el juicio, en Baltimore.


1.
Mi vecino, un científico coleccionista de arte, me llama por teléfono en
un estado de violenta emoción. Me dice que mi hijo y el suyo, de once y
doce años, han quemado el último día de clase un libro de matemáticas en
patio trasero. Le ha prohibido a mi hijo ir a su casa durante una semana,
le ha prohibido al suyo salir durante ese tiempo. «Quemar un libro
dice- me produce sensaciones terribles, recuerdos de Hitler; hay pocas
cosas que me disgusten más que la idea de quemar un libro».

Allí otra vez: la biblioteca, amurallada
con Britannicas verdes
Buscando otra vez
en las Obras Completas de Dürer
MELANCOLÍA, la mujer desconcertada

los cocodrilos de Herodoto
el Libro de los Muertos
el Juicio de Jeanne d'Arc, tan azul
Es su color, pienso

y se llevan el libro
porque suefio con ella con demasiada frecuencia

amor y miedo en una casa
conocimiento del opresor
sé que duele quemar


2.
Imaginar un tiempo de silencio
o pocas palabras
un tiempo de química y música

los hoyuelos por encima de tus nalgas
que mi mano recorre
o el pelo es como la piel, dijiste

una época de largo silencio

alivio

procedente de esta lengua el bloque de caliza
un hormigón reforzado
fanáticos y mercaderes
arrojados a esta costa de verdor salvaje de arcilla roja
que respiro una vez
en señales de humo,
soplo de viento

el conocimiento del opresor
éste es el lenguaje del opresor

y sin embargo lo necesito para hablarte

°2 3
La gente sufre mucho cuando es pobre y hay que tener dignidad e inteligencia para superar este sufrimiento. Algunos de los sufrimientos son: una criatura no cenó anoche: un niño roba porque no tenía dinero para comprarla: oír a una madre decir que no tiene dinero para comprar comida para sus hijos y ver a una criatura sin ropa te hace brotar lágrimas de los ojos.

(la fractura del orden
el remiendo del discurso
para superar este sufrimiento)

4.
Yacemos bajo la sábana
después de hacer el amor, hablando
de la soledad
mitigada en un libro
revivida en un libro
así, en esa página
su coágulo y su fisura
aparecen
palabras de un hombre
que sufre
una palabra desnuda
penetra el coágulo
una mano que agarra
a través de los barrotes:

liberación

Lo que sucede entre nosotros
ha sucedido durante siglos
lo sabemos por la literatura

todavía sucede

celos sexuales
mano que se lanza
a golpear el lecho

sequedad de boca
después de jadear

hay libros que describen todo esto
y no sirven

Te internas en los bosques detrás de la casa
alli, en ese territorio
hallas un templo
construido hace mil ochocientos años
entras sin saber
qué es donde entras

así pasa con nosotros

nadie sabe lo que puede suceder
aunque los libros lo digan todo

quema los textos dijo Artaud

5. Escribo a máquina por la noche, tarde, pensando en hoy. Qué bien hablábamos todos. Una lengua es un mapa de nuestros fracasos. Frederick Douglass escribía un inglés más puro que el de Milton. La gente sufre
mucho cuando es pobre. Hay métodos pero no los usamos. Joan, que no sabía leer, hablaba una variante campesina del francés. Algunos de los sufrimientos son: es difícil decir la verdad; esto es América; no puedo tocarte ahora. En América sólo tenemos el tiempo presente. Estoy en peligro. Estás en peligro. Quemar libros no provoca sensación alguna en mí. Sé que duele quemar. Hay llamas de napalm en Catonsville, Maryland. Sé que duele quemar. La máquina de escribir está recalentada, mi boca arde, no puedo tocarte y éste es el lenguaje del opresor.

1968

°1: Daniel Berrigan, jesuita, pacifista y escritor, en 1968 quemó junto con otros 8 implicados, archivos de la oficina donde se reclutaba a los jóvenes soldados, en Catonsville, Maryland, como protesta ante la guerra de Vietnam. Fue juzgado y acabó en prisión.

°2: 3. El texto en prosa lo escribió un alumno de Adrienne Rich perteneciente al Programa de Admisiones Abiertas, para clases desfavorecidas, del City College de Nueva York en el que ella daba clases entonces.

Versión de María Soledad Sánchez Gómez