Faros debo aprender a leerlos.
Un tren que se prende fuego. Mucho dolor previo y cansancio. El sueño de caerme al río y no saber si tengo fuerzas para flotar. El sueño de la herencia millonaria. Lo que puedo hacer, lo que planeo hacer con las cosas nuevas. El fin de los antiguos trabajos, la sensación de que definitivamente se cierra una época. Y la llovizna, que se hace cada vez más abundante, que no cede, que no espera, no se detiene.
Estoy a minutos del río y no sé con qué me voy a encontrar.
Exhausta y respirando para recobrar fuerzas básicas.
Sonriente, a la deriva, preparada solo con lo mío.
Lista para el cambio, lista para lo que vendrá.
Me encantaría, aunque pueda resultar una ilusión fantasmagórica, me encantaría que me abraces cuando se cierre la noche.
18 de julio 2009
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