El viento golpea las puertas, las ventanas, todo lo que puede abrirse y hacerme entrar.
El viento se ensaña con las oberturas por donde colarse.
Insiste en la puerta como quien busca ansiosamente.
Insiste en la ventana, imitando piedritas que saltan y se llegan hasta el vidrio para despertarte.
En tu casa, cálida habitación de tu alma, me diste asilo.
En tu casa, mi viento extranjero y hambriento, golpea tu puerta y tus ventanas, llamando por todas las habitaciones donde pueda encontrarte.
Tu gesto maternal despertó de mi ensueño doloroso a la niña que juega.
Hay un sanar de corazones rotos en la mesa del desayuno.
sábado, 7 de agosto de 2010
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