las letras deambulan por el triste entramado de la hoja; y
vuelve el dolor, el gesto como delirio inalcanzable,
como espina quebrada,
como cuchillo,
como tallo
como hoja seca que corta.
Podría decir que ya no hay tinta,
que el espíritu se canso de las letras,
pero no,
en esta noche inaudita prefiero morir,
aunque más no sea,
en el desquicio de las palabras.
R. Gomez Mederos
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